Y hoy, en un día como hoy, sabiendo que hoy no es un buen día, escribiré tu historia.
Parece que estar resfriada y ver mil películas, junto con dormir unas 15 horas, hacen que te inspires y se te ocurra escribir por alguna razón.
Hace ya tres años, tres querida, que dejamos de hablar...No por voluntad propia, no, el tiempo nos obligó y la verdad que tu avanzada edad también.
Aún lo recuerdo sabes, recuerdo entrar a tu habitación por la mañana e impregnarme de ese dulce olor que te envolvía, olía entre a violetas y lavanda, me encantaba. Caminaba hacia tu cama y me sentaba en el borde, mientras tu cosías, como siempre, allí te contaba mi vida, mis pensamientos, no había nada que se te escapara, todo tenía sentido estando a tu lado.
Recuerdo las noches de angustia, los miedos infantiles inconfesados, y los terrores nocturnos. Tú siempre estabas allí, me dabas esa almohada, pequeñita y blanca, que guardabas sólo para mí y dormíamos juntas. Son recuerdos tan felices...de un tiempo pasado que nunca volverá.
Hasta ahora jamás me había atrevido a escribirte, puede que por miedo a que me regañaras por lo que pasó aquella fatídica noche, la noche que me salvaste la vida, que diste la tuya, para que yo hoy, pudiera estar escribiendo estas lineas. La noche en la que tu último aliento me despertó de aquel terrible sueño e hizo que no me perdiera entre las tinieblas.
Hace unos días, entre en tu habitación, aquella que ahora tu y yo compartimos, y respiré tu olor, aquel que hacía 3 años que no encontraba y lo recordé. Vi como había cambiado todo, tengo tanto que agradecerte...tú me salvaste, me lo enseñaste todo, lo que se de la vida, la esperanza, la fe y el largo camino, siempre te echaré de menos.
1 comentario:
Aún sigue ahí. En el aire. En tu pensamiento. Donde se vive con más fuerza.
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