martes, noviembre 15

Delirios (I)

Porque hay palabras que no sé escribir, pero que sin embargo son mis ojos los que las pronuncian.
Detrás de una venda de cientos de kilómetros.

Mientras, afirmas saber lo que no llegas a conocer; y yo, nos dejo flotar en mitad de la nada. Quizá sea porque me siento no ser sincero contigo, quizá porque aún hoy no sé serlo. A todas luces, lo único que sé a ciencia cierta, es que me falta algo de ti. Eso que me haría saber cómo tratarte, cómo hablarte, lo que depositar en ti. Algo que desgraciadamente sólo puede darme la piel de quien no puedo tocar.

Yo creo en la corazonada que tuve cuando te vi, y seguiré creyendo. Si tú piensas que es el momento de retirarte de la mesa, hazlo; recoge tus fichas, y vete. Ambos moriremos aquí, y depositaremos parte de nuestros "quizás" en cada milímetro de tierra que nos separa. Seré entonces un amigo de campamento, de esos que rebosan de confianza en un día, y que acaban por desaparecer de abstinencia. Sólo nos quedará ese "buen recuerdo" de las sonrisas que compartimos en algún momento irreconocible, y con el que no quiero entender que te conformes.

En todo caso, no pienses que me encontrarás aquí, donde no puedes rozarme. Ni siquiera aunque compartiésemos un millón de palabras perdidas, por mucho que habláramos sin llegar a comunicarnos.
Yo estoy más allá. Estoy donde sueñas; estoy donde apuestas. Estoy donde crees que podría estar, donde te gustaría que estuviese. Donde no sabes por qué, pero me sientes.

¿De verdad crees que nos extinguimos?
Prueba a responder de nuevo.

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